¿Cómo debe ser un perro que acompaña en las sesiones de terapias?
Un perro que acompaña en las sesiones de terapias es un animal cuidadosamente educado para ayudar a mejorar la salud de las personas: se incorpora como parte del tratamiento y su labor es esencial para mejorar la salud física, mental y emocional de las personas atendidas.
El perro que acompaña en este tipo de intervenciones es un compañero más en el equipo del terapeuta.
Es importante recalcar, a diferencia de lo que muchas personas puedan creer, que no es nada fácil tener un buen perro de terapia y que requiere de una buena selección, socialización y adiestramiento.
En las Intervenciones Asistidas con Animales (IAA) el perro tiene un rol muy importante, ya que ayuda al terapeuta a captar la atención y a motivar a la persona a la que se atiende. Los perros ayudan al profesional de la salud o educación a alcanzar su objetivo de mejorar las funciones físicas, emocionales, relacionales y cognitivas de las personas a través de las actividades diseñadas para que el perro las realice.
Las actividades de las IAA están orientadas hacia colectivos diversos: personas internas en centros penitenciarios, personas con diferentes trastornos vinculados a la salud mental, Trastorno del Espectro Autista (TEA), Trastorno del déficit de atención y hiperactividad (TDAH), niños y jóvenes con victimización sexual, mujeres víctimas de violencia machista, personas en paliativos, pacientes en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) entre otros muchos. También personas que puedan tener diversas necesidades emocionales como los jóvenes en centros tutelados o personas en riesgo de exclusión social.
¿Cuáles son los requisitos para ser un perro que acompañan en las terapias?
Aunque muchos perros disfruten realizando trucos o habilidades, no todos los perros pueden convertirse en perros que acompañen en las terapias. El proceso de selección y educación del perro es fundamental, ya que es un recurso terapéutico muy valioso y desarrolla unas actividades con objetivos concretos en las terapias.
Recordar que los perros de terapias pueden ser tanto perros de refugio como de criador, lo importante es que cumplan con estas características específicas, independientemente de su raza:
- El perro debe disfrutar con el contacto humano, es impensable trabajar con un animal que no le gusta el contacto social ya que podría generar problemas de estrés y su bienestar se vería comprometido.
- Debe gustarle trabajar a cambio de un refuerzo positivo (aquello que al animal más le gusta: comida, juguetes, caricias…) o simplmente por el gusto de estar con nosotros.
- Debe gustarle la manipulación física . En las IAA las personas lo querrán tocar, acariciar, abrazar o haremos actividades como peinarlo por lo que es necesario que se muestre relajado y tranquilo.
- Debe tener un carácter predecible ya que muchas veces trabajamos con personas inestables, tanto físicamente (personas con poco equilibrio, sillas de ruedas, muletas) como mentalmente.
- Debe estar sano y con buena salud ya que su bienestar es muy importante, además un perro con dolor o enfermo puede suponer un riesgo.
Por último, es necesario destacar, en contra de lo que mucha gente cree, que un perro de terapia no tiene por qué ser un “superperro”, ni soportar cualquier tipo de comportamiento o interacciones por parte de los usuarios o pacientes. Aquí, el papel del técnico o guía es clave para conocer al animal y controlar lo que sucede en la sesión para garantizar su seguridad y bienestar. También recalcar que nunca las terapias deberían ir en contra del perro y por eso es clave la selección y el trabajo que se realiza con ellos.